domingo, 3 de abril de 2011

El ser bilingüe puede proteger contra la enfermedad de Alzheimer

Una investigación nueva confirma que hablar más de un idioma estimula al cerebro de tal forma, que podría retrasar la aparición de la enfermedad de Alzheimer. Si te interesa este tema, sigue leyendo. La clave para protegerte de este tipo de demencia puede estar a tu alcance: aprende otro idioma.
“Do you speak English?” “Parlez-vous français ?” “Parla italiano?” Tal vez el psiquiatra alemán Alzheimer, que descubrió esta enfermedad, estaría muy interesado por saberlo. ¿La razón? El hablar más de un idioma puede hacer que este tipo de demencia se desarrolle con menos rapidez que en aquellas personas que sólo hablan una lengua.  Es decir, que ser bilingüe, aunque no evita que se desarrolle, sí protege contra la enfermedad de Alzheimer.
Una investigación recientemente divulgada en la conferencia anual de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia (American Association for the Advancement of Science), así lo revela.
Si bien este estudio se enfocó principalmente en analizar a las personas que hablan dos idiomas o son bilingües desde pequeños, los científicos creen que aprender un nuevo idioma, en cualquier momento de la vida, puede retrasar la aparición de los síntomas de la enfermedad de Alzheimer.
Una profesora de psicología de la Universidad de York, en Toronto, Canadá, estudió a 450 pacientes con Alzheimer. Todos los participantes presentaban el mismo grado de deterioro en el cerebro en el momento en que fueron diagnosticados con esta enfermedad degenerativa. La mitad de ellos era bilingüe y la mitad no. Lo que los diferenciaba, además del dominio de una lengua adicional, es que aquellos pacientes bilingües fueron diagnosticados con Alzheimer hasta 5 años más tarde que aquellos que dominaban un solo idioma.  Es decir, que a pesar de que dominar otra lengua no evita por completo la aparición de este tipo común de demencia, por lo menos sí retrasa el momento en que lo hace y la manifestación de los síntomas.
Recuerda que la enfermedad de Alzheimer, es una enfermedad neuro-degenerativa que afecta las funciones cognitivas (conocimiento y pérdida de memoria, por ejemplo) y causa cambios en la conducta.  En este momento, es una condición que no se puede curar y que se caracteriza por la pérdida de la memoria, la desorientación, la pérdida del juicio, los cambios en el estado de ánimo y en las emociones.
El desarrollo de la enfermedad de Alzheimer comprende varias fases:
  • Durante la primera fase, las personas afectadas empiezan a perder su espontaneidad y se sienten desganadas. Pueden tener cambios en su estado de ánimo, lentitud en las reacciones y episodios de pérdida de la memoria que no son tan graves. También podrían tener dificultad para organizarse y ubicarse.
  • Durante la segunda fase, la enfermedad de Alzheimer se manifiesta de una forma más marcada: la persona olvida su historia personal y de los acontecimientos recientes. Empiezan a mezclar recuerdos del pasado con el presente y puede que ya no reconozcan a algunos familiares. Aumentan sus dificultades para comunicarse (para hablar, leer y comprender) y hasta se les pueden olvidar las palabras. Ya en esta fase, la persona puede calificarse como discapacitada.
  • En su fase más grave, la persona tiene serios problemas para hablar y la enfermedad puede interferir con las actividades cotidianas más simples. La persona puede requerir ayuda para comer e incluso deja de tener control sobre sus funciones corporales. La memoria llega a ser casi inexistente y el estado físico se debilita mucho, lo que hace que se sea propenso a otras enfermedades.
Si hay alguna forma de retrasar esta enfermedad, es aprendiendo a hablar otro idioma. ¡Nunca es tarde! No vale que te escudes en el famoso dicho de que “loro viejo no aprende a hablar”. Considera meterte a un curso de idiomas, por lo menos, aunque no salgas dominando la lengua completamente, vas a estimular el cerebro de una forma increíble que podría ayudar a protegerte contra el Alzheimer.

Para quemar más grasas, ¿es bueno o no comer antes de hacer ejercicio?

Siempre se ha dicho que comer antes de hacer ejercicio es lo ideal. Sin embargo, estudios recientes hablan de que lo mejor sería no comer antes de ejercitarte para quemar grasas y calorías. Aquí te contamos más sobre esta nueva investigación para que entiendas de dónde viene la teoría y si es absoluta o si en cambio, debe ser tomada con precaución. El debate está abierto.
¿Qué fue primero, el huevo o la gallina? Preguntas como esta todavía siguen sin una respuesta absoluta. Del mismo modo, una pregunta que genera debate es: ¿qué es más conveniente para perder grasas, comer antes o después de hacer ejercicio?
A diferencia de lo que se creía, que es aconsejable consumir carbohidratos antes de hacer ejercicio, unos estudios recientes parecen demostrar lo opuesto: que lo mejor sería hacer ejercicio en ayunas, es decir sin haber ingerido alimentos, para que los músculos puedan consumir las grasas acumuladas (en vez de las calorías que les aportan los alimentos).
Los deportistas y las personas que se dedican al entrenamiento físico suelen comer carbohidratos antes de hacer ejercicios, ya que los músculos toman las calorías de esos alimentos para poder funcionar mejor. Ahora bien, si no tienen calorías para consumir, los músculos  comienzan a quemar las grasas almacenadas.
Teniendo esto en cuenta, un grupo de investigadores europeos –de la Universidad de Birmingham y otras instituciones- realizó un estudio en el cual analizó a dos grupos de ciclistas que entrenaron durante un mes, uno en ayunas y el otro habiendo ingerido algún alimento antes del entrenamiento.
Luego del período de prueba, los integrantes del grupo que había ejercitado en ayunas habían perdido más kilos/libras que aquellos ciclistas que sí habían comido antes de entrenar. Pero su desempeño atlético fue peor que el de sus colegas que habían comido.
Pero ¡ten cuidado! Frente a estos hallazgos –que refuerzan los de otras investigaciones previas que también sugieren que es preferible evitar comer antes de un entrenamiento físico-, algunos especialistas recomiendan ser cautelosos con esta idea y no consideran sano el hecho de hacer ejercicio sin haber comido nada, ya que –por ejemplo- cuando el cuerpo está en ayunas tiene niveles bajos de azúcar y al hacer ejercicio este nivel baja aún más, lo que puede provocar mareos y otras molestias que no te permitan ejercitarte de manera apropiada. Además, advierten que es importante comer para que el cuerpo tenga los nutrientes necesarios para recuperarse luego de una sesión fuerte de ejercicios.
Por eso, antes de implementar cualquier tipo de práctica, ten en cuenta que estos estudios fueron realizados con personas sanas que realizan entrenamientos deportivos fuertes y recuerda que tanto la rutina de ejercicios como la dieta deben adaptarse a las características personales de cada uno.
Lo que comas y el tipo de actividad recomendada para ti dependerá de tu contextura física (el tipo de tu cuerpo: robusto, etc.), de la actividad que realices a diario y de si padeces o no alguna condición de salud en particular, como por ejemplo, diabetes, problemas cardíacos o en tus articulaciones.
Por eso, si quieres implementar prácticas más sanas –que además te ayuden a perder kilos/libras de más- consulta con un especialista cuál es la rutina más apropiada para ti y si te aconseja comer antes de hacer ejercicio. Recuerda que esta investigación está en debate y no debes tomarla como algo definitivo.
Mi consejo es que sigas lo que dice tu cuerpo: escucha sus señales y hazle caso. Si sientes que debes comer algo antes de ejercitarte, no lo dudes. Eso sí, que sea ligero y que no interfiera en tus actividades físicas. Y hazlo con tiempo, no justo antes de empezar tu sesión de ejercici

¿Qué son los triglicéridos?

Muchos creen que conocen la respuesta a esa pregunta. Pero cuando les pregunto ¿qué diferencia tienen con respecto al colesterol?, ahí la respuesta se complica un poco. En Vida y Salud te explicamos con más detalles qué son los triglicéridos, para que puedas saber en qué se diferencian del colesterol y porqué es importante tenerlos en cuenta también.
Es muy fácil confundir el colesterol con los triglicéridos pues son dos tipos de grasa en tu sangre.
Los triglicéridos provienen de todas las calorías que comes y que no se usan inmediatamente. Tu cuerpo las almacena como una reserva de energía para los momentos en que no estás comiendo. El colesterol, en cambio, es una sustancia cerosa o grasosa que se encuentra en todas las células de tu cuerpo y que el organismo usa para construir células nuevas, así como para producir las hormonas y recubrir los nervios.
La diferencia entre ambos es muy simple de entender… mientras el colesterol es una grasa natural de tu cuerpo que sirve para formar células nuevas, los triglicéridos son la grasa que ingieres con las comidas y que se usa para obtener energía.
A pesar de sus diferencias, el colesterol y los triglicéridos comparten mucho en común. Ambos se parecen en que ninguno se puede disolver en la sangre, y se acumulan y circulan por tus venas y tus arterias con la ayuda de las proteínas que transportan los lípidos, llamadas lipoproteínas. Por eso los triglicéridos también son conocidos como Lipoproteínas de muy baja densidad (algo parecido al colesterol “malo” que son lipoproteínas de baja densidad). Y, al igual que sucede con el colesterol, cuando comes más grasa y calorías de las que necesitas, los triglicéridos se acumulan en tu sangre y aumentan tu riesgo de padecer enfermedades del corazón. ¿Por qué? Los triglicéridos tienden a potenciar los efectos del colesterol “malo”, además de contribuir a que las arterias se endurezcan y se vuelvan más gruesas.
Los triglicéridos se miden en tu sangre, mediante el mismo examen o perfil de lípidos con el que analizan tus niveles de colesterol. Idealmente el examen se debe de hacer cuando estés en ayunas por 12 horas. Lo ideal es que tus triglicéridos estén por debajo de 150 mg/dL. Cuando están entre 150 y 199 mg/dl, se inicia el riesgo de desarrollar problemas. Si suben por arriba de 200 mg/dl ya se considera que están altos, y muy altos cuando se acercan a los 500 mg/dl o más. El riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares aumenta entre más elevados estén.
Cuando tus triglicéridos están altos, pueden ser un indicio de otras condiciones que también ponen en riesgo a tu corazón, como la obesidad, el colesterol elevado, la diabetes tipo 2, el hipotiroidismo, y las enfermedades del hígado o de los riñones, entre otros problemas. También puedes tener los triglicéridos altos cuando tomas medicinas como pastillas anticonceptivas, beta-bloqueadores, diuréticos, esteroides y el medicamento Tamoxifén para el cáncer del seno. Otras razones para considerarlos como parte importante del cuidado de tu corazón.
La buena noticia es que para bajarlos y controlarlos, no necesitas hacer nada muy diferente a lo que ya haces para controlar tu colesterol, una dieta baja en grasa, además de reducir las calorías, los azúcares, y las bebidas alcohólicas, así como hacer ejercicio regularmente. Si están demasiado elevados, tu médico también puede recomendarte alguna medicina. Pero ya sabes, las medicinas no logran nada si no cambias tus hábitos alimenticios y tu estilo de vida en general.
Ahora que entiendes la diferencia, suma los triglicéridos a la lista de cuidados para tu corazón, son importantes.

El corazón y la carne: ¿cuál es el veredicto?

Tradicionalmente se ha asociado el consumo de carnes rojas no procesadas (res, cerdo, cordero) con un aumento en el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares. Sin embargo, un nuevo estudio sugiere otros resultados que esta vez ponen más en tela de juicio a las carnes procesadas (jamón, salchichas, tocino). ¿Cuál es el verdadero efecto de las carnes en la salud del corazón?
Varias investigaciones han demostrado que comer carnes rojas incrementa el riesgo de sufrir de enfermedades del corazón y además, de algunos tipos de cáncer, en especial, del colon. No es un secreto que las hamburguesas y los jugosos cortes de carne que hacen parte de la gastronomía de muchos países, tienen una mala reputación, a pesar de que sean un manjar para muchos carnívoros. La Asociación Nacional del Cáncer de Estados Unidos hizo un estudio en el 2009 en el que afirmó que cuando se tiene enfermedad cardiovascular el consumo excesivo de las carnes rojas también acorta la vida: según el estudio, el riesgo de muerte para los hombres amantes de la carne roja es del 27% y para las mujeres, del 50%. Estas cifras no son para ser tomadas a la ligera.
Sin embargo, una nueva investigación realizada por la escuela de Salud Pública de Harvard, encontró que el riesgo de sufrir enfermedades del corazón y también diabetes es más alto cuando se comen carnes rojas procesadas, que cuando se comen carnes rojas no procesadas. El jamón, el tocino (tocineta o panceta), la mortadela, el salami y las salchichas entre otros, si se comen una vez al día, contribuyen a que el riesgo de sufrir del corazón aumente en 42% y la posibilidad de sufrir de diabetes, aumente en un 19%.
Si te estás preguntando ¿a qué se le llama carnes rojas procesadas?, aquí tienes una explicación: son aquellas que son ahumadas, curadas, saladas y que además contienen preservativos químicos como los nitratos. En pocas palabras, las carnes frías. Esas que de vez en cuando sirven en las fiestas, esas que nos sacan de un apuro a la hora de hacer sándwiches (emparedados) para todos, esas que están en el supermercado junto a los quesos en las neveras y sirven para hacer hot dogs, que le agregan a las pizzas y que sirven de entremés.
Pero, ¿por qué resultaron más nocivas las carnes procesadas?  Porque contienen cerca de 4 veces más sodio y 50% más de preservativos de nitrato que las carnes no procesadas. Esto no quita que tanto las carnes procesadas como las no procesadas tengan cantidades similares de grasa y colesterol, que también son nocivas para la salud del corazón.
Recuerda que el consumo elevado de sodio está estrechamente ligado al aumento de la presión arterial (hipertensión), lo que constituye un camino corto hacia los problemas cardiovasculares.
Aunque es importante continuar haciendo más investigaciones, este estudio claramente sugiere que es conveniente limitar el consumo de la carne roja, especialmente de las carnes rojas procesadas. Esto ayudará a tu corazón a mantenerse saludable.

¿Tienes el colesterol elevado a pesar de estar delgado? ¡A comer nueces y almendras!

Algunos de mis pacientes y mis lectores se sorprenden por que, a pesar de tener un peso saludable, tienen el colesterol elevado y me preguntan qué pueden hacer para reducirlo. Este artículo les puede dar una idea… Un estudio reciente confirmó que diferentes tipos de nueces, entre ellas las almendras, ayudan a disminuir los niveles de los lípidos en la sangre. En otras palabras, ayudan a bajar los niveles del colesterol y de los triglicéridos. Y, por lo mismo, son ideales para cuidar la salud del corazón. ¡Entérate!
Rosario es una de mis pacientes estrella. Es una mujer mayor que cuida mucho su salud, tiene el peso adecuado para su cuerpo y su edad, y se alimenta saludablemente. Sin embargo, tiene el colesterol y los triglicéridos altos. ¿Te parece extraño? Rosario, tiene la predisposición genética y como ella, existen varias personas que siendo delgadas tienen niveles de grasa (lípidos, ya sea el colesterol o los triglicéridos) en la sangre por arriba de lo normal.
Desde hace algunos años se ha hablado de los beneficios de las nueces para la salud, pues contienen:
  • proteínas
  • fibra
  • vitamina E (que es un antioxidante)
  • grasas no saturadas, que son reconocidas como las más saludables (o sea, las que son menos nocivas)
  • ácidos grasos Omega-3
Gracias a esos componentes, las nueces son excelentes para cuidar la salud del corazón, pues evitan que se coagule la sangre, ayudan a que las paredes de las arterias sean más flexibles y no se endurezcan o obstruyan (tapen) fácilmente. Por eso son recomendadas por los cardiólogos, nutricionistas y por la Asociación Americana del Corazón.
Pero además de todos estos beneficios, un estudio reciente publicado en el mes de mayo en la revista Archives of Internal Medicine comprueba que las nueces, entre ellas las almendras y las nueces de nogal (o de árbol), pueden ayudar también a reducir los niveles de grasa (o lípidos) en la sangre.
El Dr. Joan Sabate, Presidente del Departamento de Nutrición de la Facultad de Salud Pública de la Universidad de Loma Linda, California, junto con otros investigadores, revisaron los resultados de 25 estudios que se habían realizado en todo el mundo sobre los efectos del consumo de nueces.
A través de esta revisión, los investigadores encontraron que al consumir 67 gramos de nueces cada día, lo que te cabe en una mano, lograban reducir:
  • los niveles del colesterol total un 5.1%
  • los niveles del colesterol de baja densidad (LDL, conocido como colesterol “malo”) un 7.4% y
  • los niveles de los triglicéridos un 10.2%
Estos resultados fueron mucho más evidentes y positivos en las personas que tenían un nivel alto del colesterol LDL o colesterol “malo” y que tenían una dieta bastante abundante en grasas.
¿Qué tiene que ver esto con las personas delgadas como Rosario? Pues que justamente el estudio comprobó que las nueces son mucho más efectivas en las personas que no tienen un índice de masa corporal (BMI) alto, es decir, que no están en sobrepeso.
Teniendo en cuenta todo esto, deberías animarte a incluir nueces en tu dieta diaria. Son ideales para entretener el hambre a la mitad de la mañana o a la mitad de la tarde. Sirven como “pasabocas” o “botanas” en las reuniones con tus amigos o con tu familia. Además, combinan muy bien con muchas recetas y son un delicioso ingrediente en las ensaladas.
Sin embargo, tanto la Asociación como el doctor Sabate recomiendan comerlas con moderación, pues contienen bastante calorías y pueden causar que subas de peso. Con un manojo (puñado) de nueces al día es más que suficiente y puedes obtener grandes beneficios. Especialmente si te sucede lo mismo que a Rosario, que necesita una pequeña ayuda para mantener su colesterol y sus triglicéridos bajo control.

La verdad sobre el café, el té y la salud del corazón

¿Eres de los que disfruta de su cafecito por la mañana? ¿O de tu té negro después del almuerzo o antes de finalizar la tarde? Los bebedores de té y de café dirán que cualquier hora es buena para una buena taza. Ahora hay más razones para no temer a la hora de tomar té y café. Unos investigadores de los Países Bajos encontraron que el consumo moderado de estas dos bebidas podría traer beneficios para la salud del corazón.
Unos investigadores holandeses, bajo el liderazgo de la doctora Yvonne T. van der Schouw, Ph.D, encontraron recientemente que el consumo moderado de café y de té podría reducir el riesgo de desarrollar enfermedades del corazón. En este estudio siguieron a 37,514 personas durante un periodo de 13 años.  Un elemento importante que aclara el estudio es que no se tiene información precisa del tipo de té que consume la población del estudio. Sin embargo, de acuerdo a los registros de ventas del té en los Países Bajos, el té negro mantiene el 78% de las ventas en este país. Y otro dato es que el 80% de los holandeses consumen café filtrado.
Este estudio, publicado en el Journal of the American Heart Association,encontró que aquellas personas que consumen más de 6 tazas de té al día tienen un 36% menos probabilidad de desarrollar problemas coronarios, comparado con las personas que consumen menos de una taza al día. Las personas que beben de tres a 6 tazas de té, tienen un 45% menos probabilidad de morir de problemas del corazón.
Los consumidores de café se estarán preguntando si a ellos también obtienen beneficios del consumo de esta deliciosa bebida. La respuesta es: sí. Las personas que consumen de dos a 4 tazas al día tienen un 20% menos probabilidad de sufrir problemas del corazón. En los últimos años se han llevado a cabo más de 19,000 estudios que analizan los impactos del café en la salud. Además de los resultados del estudio que mencionamos anteriormente, otros científicos han encontrado diferentes bondades del café en relación a la reducción del cáncer del colon, cálculos biliares, cirrosis en el hígado y Parkinson.
Otro estudio publicado en ACS’ Journal of Agricultural and Food Chemistry por Fumihiko Horio y su equipo de investigadores, demostró que el café también tiene efectos positivos en la prevención de la diabetes tipo 2. De acuerdo con este estudio, las cualidades preventivas estarían asociadas a la cafeína. Los resultados encontrados en este estudio, realizado en ratones, afirma que el café contribuye a prevenir los altos niveles de azúcar en la sangre, así como a mejorar la sensibilidad a la insulina.
Por otra parte, también hay que ser cuidados con los efectos secundarios del consumo del café. Otros estudios demuestran que el consumo del café en ciertas preparaciones, como el hervir los granos, aumenta los niveles del colesterol malo (LDL). Mencionan, igualmente, que las mujeres embarazadas deben evitar el consumo del café para evitar el riesgo de abortos. Los pacientes con hipertensión, y aquellos que padecen de osteoporosis también deber ser cuidadosos con el consumo de esta bebida.
Los investigadores europeos que mencionamos al principio también advierten que las personas que tienden a beber café y té tienen hábitos de salud muy distintos. Por ejemplo, los bebedores de café tienden a fumar con mayor frecuencia en comparación con los consumidores de té. Si tu fumas, por más que tomes café o té, afectarás negativamente la salud del corazón.
Ahora que sabes que el té y el café podrían ser buenos para tu corazón disfrútalos y consúmelos con moderación. Por otro lado, si no eres un consumidor habitual, no es necesario que empieces a beber ninguna de estas bebidas, hay otras formas muy saludables de ayudar a tu corazón, como el ejercicio. Si tienes problemas de corazón, y no has estado consumiéndolos, consulta a tu médico antes de iniciarlos. Recuerda, que cada persona es diferente y estos estudios se realizaron en personas sin problemas médicos.
Por cierto, hablando de europeos… para los que somos amantes del café, podríamos concluir esta nota con un dicho muy inspirado del escritor y director de teatro inglés John Van Druten, que dijo: “Pienso que si hubiera sido mujer, usaría café como perfume”.

Las frutas y las verduras cuidan al corazón desde que somos niños

Posiblemente hayas escuchado o leído que tus hijos/as deben comer frutas y verduras para poder crecer sanos y fuertes. Ahora, estudios recientes han demostrado que estos alimentos también le hacen bien al corazón de los niños y les ayudan a prevenir enfermedades cardiacas cuando crezcan.
Las frutas y las verduras no son siempre las favoritas de los niños y las niñas. Muchas mamás se la pasan “luchando” para que las incorporen en su dieta, ya que sus beneficios para la salud no se pueden negar. Pero si a pesar de tu esfuerzo, el hacer que coman frutas y verduras sigue siendo casi una misión imposible, he aquí nuevos motivos para que te pongas manos a la obra y descubras nuevas estrategias para convencerlos y ayudarlos, no sólo a crecer sanos y fuertes, sino también para que se conserven saludables cuando sean adultos.
Más allá de que están cargadas de vitaminas y de antioxidantes, las frutas y las verduras pueden reducir las posibilidades de que tus hijos/as sufran del corazón cuando sean grandes. Esto fue detectado en una investigación reciente realizada en Finlandia. Específicamente, el estudio dice que comer frutas y verduras durante la infancia puede evitar o prevenir la aterosclerosis, que es uno de los pasos de la enfermedad cardíaca.
La aterosclerosis o arteriosclerosis también es conocida como el endurecimiento de las arterias (por donde pasa la sangre hasta el corazón), justamente porque cuando una persona tiene esta condición la capa interna de las arterias se vuelve más gruesa. Las arterias pierden flexibilidad, debido a que en su interior se deposita lo que se denomina placa, compuesta por colesterol, grasa y otras sustancias de la sangre.
Esto no ocurre de un día para el otro, se produce a través de un  largo proceso que puede durar años e incluso décadas. En este sentido, el estudio demuestra que ya desde la infancia, la dieta puede ayudar a prevenir esta enfermedad.
Del mismo modo, otro estudio también realizado por científicos en Finlandia advierte que estas amenazas para el corazón se pueden detectar en los niños desde los 9 años. Es decir que a partir de esa edad, los niños pueden presentar factores como obesidad, colesterol y presión arterial alta, los que representan síntomas tempranos de enfermedad cardíaca y un riesgo mayor a desarrollar aterosclerosis al ser adultos.
Por todo esto, el promover una alimentación rica en frutas y verduras es, sin dudas, una decisión saludable. Se recomienda que los niños consuman por lo menos 5 tipos de frutas y verduras durante el día, de diferentes colores. Cuanto más colorido sea el plato más nutritivo resultará ser. Por ejemplo, aquí tienes algunas ideas para ponerle un toque de color a las comidas de tus niños (incluso, puedes jugar con ellos en relación a esto):
  • Rojo y rosado: manzanas, cerezas, fresas, tomates, sandías
  • Amarillo y blanco: bananas (o plátanos), piña, maíz
  • Verde: lechuga, uvas, peras, brócoli
  • Anaranjado: naranjas, zanahorias, calabaza (calabacín), melón
  • Azul y morado: ciruelas, uvas, berenjenas
Aún así, si hacer que tus hijos coman frutas y verduras te parece una tarea destinada al fracaso  ¡no te rindas! Recuerda que los niños pueden llegar a probar un alimento nuevo 10 veces o más antes de aceptarlo. Por eso, aunque tus niños rechacen el alimento al principio, luego de un tiempo puede terminar gustándoles. En este punto, los padres son los más indicados para lograr este propósito, con paciencia y buscando nuevas combinaciones para motivarlos a consumir nuevos, variados y sabrosos platillos.
Recuerda, la salud de su corazón en el futuro depende de lo que comen ahora.

Para cuidar a tu corazón ¡ojo con la sal!

El comer alimentos muy salados, como papas fritas o sopas enlatadas, puede modificar el funcionamiento normal de los vasos sanguíneos en cuestión de 30 minutos, tanto en las personas sanas como en quienes tienen presión alta o hipertensión. La sal es un mineral necesario para tu organismo pero hay que evitar los excesos. Aquí te contamos cómo moderar su consumo, con cambios sencillos en tus hábitos para que siempre pongas en primer lugar la salud de tu corazón.
¿No puedes decirle no a una canasta llena de papas fritas? ¿No tienes tiempo y has decidido comer alimentos enlatados? ¿Se te va la mano con la sal en la cocina? ¡Mucho cuidado! La sal puede afectar tu salud cardiovascular en menos tiempo del que pensabas.
La sal que utilizas para darle más sabor a tus comidas contiene sodio. El sodio es un mineral esencial para gozar de buena salud, que ayuda a regular la presión arterial y el volumen sanguíneo y es indispensable para que los músculos y los nervios puedan funcionar.
La sal se encuentra naturalmente en los alimentos frescos, mientras que muchas comidas procesadas tienen sodio agregado, muchas veces en grandes cantidades, como los embutidos, las salsas y las sopas preparadas, así como los cubitos de caldo que se utilizan para hacerlas en casa.
Y como nada en exceso es bueno, cuando abusas de ella, la sal puede provocar hipertensión (presión sanguínea alta) y con ella otro tipo de enfermedades que afectan a tu corazón. Varios estudios asocian a los problemas del corazón con el consumo de este mineral. Incluso, una investigación que se dio a conocer recientemente demuestra claramente cómo la comida procesada muy salada, como los bocadillos (conocidos como snacks en inglés), modifica el funcionamiento de los vasos sanguíneos en cuestión de ¡30 minutos!
Específicamente, un grupo de científicos en Australia detectó cómo estos alimentos deterioran rápidamente la capacidad de dilatación de las venas, aún en personas con presión arterial normal. Y si bien este efecto desaparece a las pocas horas, se desconoce cómo puede afectar a largo plazo.
El cuerpo sólo necesita entre 250 a 500 mg de sodio o sal diarios, pero la mayoría de las personas suelen consumir hasta 10 veces más que eso. Se recomienda no consumir más de 2,300 o 2,400 miligramos (mg) de sodio por día (el equivalente a una cucharadita de sal), mientras que las personas con hipertensión no deberían exceder los 1,500 mg diarios. Esa cantidad puede ser aún menor si se tienen otros problemas de salud. Si tienes dudas respecto a cuál es la cantidad apropiada para ti, consulta con tu médico.
Mientras tanto, y considerando que el sodio ya se encuentra de manera natural en los alimentos, he aquí algunas recomendaciones para que puedas reducir su consumo sin mucho esfuerzo. Ten en cuenta que al principio puede resultarte extraño comer con menos sal, ya que no estás acostumbrado y el sabor será un poco diferente, pero si tienes paciencia verás que al poco tiempo estarás descubriendo nuevos y gratos sabores en las comidas. Desde luego que puedes usar otros condimentos (como el limón y otras especies también. Te doy unos ejemplos a continuación).
  • Antes de comprar, lee las etiquetas de los alimentos para enterarte del contenido de sodio. Verás que hay sal en lugares inesperados, como en el jugo de tomate y en las verduras enlatadas. Si tiene menos de 140 mg de sodio por porción se considera que su contenido es bajo, si tiene entre 140 y 400 mg por porción es moderado y si tiene más de 400 mg por porción es alto. Otro indicador fácil de recordar es: menos del 5% del valor diario es bajo, de 10 a 19% es un poco alto y más de 20% es muy alto.
  • Elige frutas y verduras frescas o congeladas, así como carne roja, de ave y pescado frescos. Si son enlatados, selecciona los que vienen sin sal añadida. También puedes optar por frutos secos o semillas sin sal, frijoles secos, guisantes y lentejas, sopas sin sal ni grasa y lácteos desgrasados. Y desde luego, limita los alimentos que tengan sal visible, como los pretzels, las papas fritas y las galletas.
  • No le agregues sal a las comidas que prepares, ni al agua que utilices para cocinar pastas, arroz, cereales o verduras. Si vas a seguir una receta, agrega un cuarto o la mitad de la cantidad indicada. Y deja que cada persona le agregue sal a gusto.
  • Prueba los sustitutos de la sal, algunos pueden reducir la presión arterial y aportan nutrientes importantes, pero es conveniente que lo consultes con tu médico previamente, en especial si se trata de sustitutos a base de potasio.
  • Sustituye la sal por hierbas, especias y otros condimentos. Te sorprenderás de lo sabrosas que quedarán las comidas. Algunas combinaciones que puedes probar son, por ejemplo:
+ Pimentón: para carnes, pollo, pescados, guisados, sopas, salsas y vegetales.
+ Estragón: para huevos, pollo, pescado, papas, aderezos, sopas y salsas de crema.
+ Tomillo: para carnes, pescado, pollo, sopas y guisados, ensaladas de vegetales y aderezos.
+ Nuez moscada: para pollo, guisados, sopas de crema, frutas y vegetales (excepto coles).
+ Albahaca y orégano: para pollo, pescado, carnes, vegetales, pasta, sopas y ensaladas.
+ Romero: para carnes, pollo, pescado, sopas, guisados y coles.
Con estas sugerencias ya puedes comenzar a probar nuevos sabores, que además son saludables y ¿por qué no?, a agregarle un poco de picante a tu rutina y hacer qué la sal de tu vida no sea sólo de mesa. De esa forma estarás haciendo algo muy positivo para la salud de tu corazón.

8 Consejos para evitar las arrugas

¿Es posible evitar o retrasar la aparición de arrugas? Si el paso del tiempo ya está dejando marcas en tu piel, he aquí algunas sugerencias para cuidarla mejor y retrasar la aparición de arrugas.
“Los años no vienen solos”, dice el dicho popular. Y mientras sientes el paso del tiempo a través de silenciosos malestares que sólo tú notas, para quienes te ven se nota -entre otras cosas- mediante las tan nombradas arrugas que se forman en la piel, especialmente en la cara, el cuello y las manos.
¿Es posible evitarlas o, al menos, retrasar su aparición? Si bien no puedes detener el paso del tiempo, sí hay algunas conductas que puedes modificar o practicar para ayudar a que tu piel se arrugue menos.
La mayoría de las arrugas se deben a cambios en la piel que se producen por el envejecimiento, que es un proceso natural mediante el cual la piel se vuelve más seca, más delgada y menos elástica. Entre otras cosas, esto ocurre porque se modifica la producción de colágeno, que le da forma y elasticidad a la piel y soporte a los vasos sanguíneos que la atraviesan.
Pero también existen otros factores que pueden acelerar el envejecimiento natural de la piel. El principal de ellos es la exposición a los rayos ultravioletas del sol, que inhiben la capacidad de producir colágeno. Otros factores frecuentes son el humo de cigarrillo, el estrés y la depresión.
Teniendo esto en mente, para retrasar la aparición de arrugas puedes tratar de disminuir o modificar conductas asociadas con estos factores externos. Verás que con constancia y compromiso, se te hará fácil darle una mano a tu piel para que luzca joven:
  1. Evitar la exposición al sol y usar protector solar con factor (SPF) de 15 o más. En lo posible, no te expongas al sol al mediodía ni durante las horas en las cuales sus rayos son más intensos. Recuerda que nunca es tarde para comenzar con esta práctica. Si bien es cierto que los dermatólogos le recomiendan a las personas jóvenes, cuanto antes te acostumbres a hacerlo es mejor. Varios estudios desarrollados con personas mayores demostraron que algunas de sus arrugas disminuyeron al eliminar la exposición a los rayos ultravioletas.
  2. Evitar el sobrepeso (sobre todo, antes de los 40). Del mismo modo, adelgazar mucho después de los 40 también causa arrugas en la piel.
  3. No fumar. Es sabido que el tabaquismo puede provocar varios tipos de cáncer. Además, se ha comprobado que el consumo de tabaco provoca la aparición temprana de arrugas. Se cree que esto ocurre debido a que el fumar daña la producción del colágeno. Al dejar el hábito, no sólo evitarás muchos problemas de salud, también mejorará el estado de tu piel e incluso disminuirás las posibles líneas verticales que pueden formarse alrededor de tus labios.
  4. Utilizar cremas hidratantes, con vitamina A (retinol).
  5. Utilizar anteojos solares o gafas de sol. De ese modo, no sólo proteges tu vista de los rayos ultravioletas del sol sino que fruncirás menos los ojos evitando las arrugas que suelen formarse alrededor de ellos.
  6. Dormir boca arriba. Ya que dormir con la cara presionada sobre la almohada puede provocar marcas permanentes en la piel. Este hábito que puede ser difícil de modificar, pero que vale la pena intentar. Hay almohadas que te pueden ayudar a que lo logres.
  7. Evitar situaciones estresantes por tiempo prolongado, así como la depresión. Entre otras cosas, porque estas situaciones en general conducen a adoptar malos hábitos como fumar, tomar mucho alcohol y comer mal y rápido. Además, la depresión y el estrés disminuyen las fibras de colágeno.
  8. Cuida tus expresiones. Esta es otra de las prácticas más difíciles de modificar. Es necesario que te mires al espejo y prestes atención a aquellas expresiones que posiblemente hagas con frecuencia sin darte cuenta. Muchas personas, por ejemplo, fruncen el ceño o levantan los ojos arrugando la frente. Ese tipo de expresiones puede causar arrugas permanentes y, si bien son difíciles de modificar, no pierdes nada intentándolo.
Ahora que sabes todo esto ya puedes ponerte en acción para ayudar a tu piel a mantenerse suave y elástica, sin marcas y arrugas. Cuanto antes comiences, mejor, independientemente de la edad que tengas, tu piel siempre te lo agradecerá.

¿Quieres una piel bella? Dile adiós a estos 5 hábitos

Más allá de los años, las arrugas en la piel y su resequedad reflejan nuestro estilo de vida e incluso nuestros hábitos, como fumar o tomar alcohol. Aquí te cuento qué hábitos debes abandonar si es que quieres tener una piel bella y tersa.
“¿Viste la piel de esa mujer?” preguntó mi amiga e inmediatamente continuó diciendo: “parece que tuviera 10 años más que yo, cuando en realidad tiene 10 menos”. “Obvio, le dije, tú escasamente te tomas un trago cuando vas de fiesta y le huyes al sol aún cuando éste ni se asoma”.
La edad no es, entonces, el único factor que contribuye al envejecimiento de la piel. En realidad son los factores externos los que en mayor medida determinan los cambios en sus características.
El tener una vida sedentaria o con muchas preocupaciones, el llevar una alimentación que no es particularmente saludable, fumar y beber en exceso y la exposición excesiva al sol, entre otros, hacen que el órgano más extenso de nuestro cuerpo se debilite, pierda su humedad natural y se arrugue. Si quieres tener una piel bella, debes abandonar los siguientes hábitos:
  1. No fumes. Si eres fumador o conoces a alguien que fuma, fíjate en la piel de los pómulos, especialmente el área más cercana a la nariz, y te darás cuenta de que los poros están abiertos, signo de que la piel comienza a deteriorarse. Inclusive, las yemas de los dedos y los alrededores de la boca se tornarán de un color grisáceo que no coincide con el resto de la piel. La nicotina de los cigarrillos hace que los vasos sanguíneos se contraigan en las capas superficiales de la piel. Esto hace que la sangre llegue con dificultad, lo que significa que tu piel recibe menos oxígeno y otros nutrientes necesarios para la belleza de la piel (como la vitamina A por ejemplo). Además, los químicos que contiene el tabaco, que son más de 4,000, dañan el colágeno y la elastina.
  2. No bebas alcohol. ¿Has escuchado hablar de que tomar mucha agua es indispensable para mantener la piel hidratada y bella? Es cierto. El agua hace que tu piel se vea más joven y bella. Pero si lo que te gusta es tomar alcohol, estarás produciendo el efecto contrario: el alcohol causa deshidratación lo cual priva a la piel de sus nutrientes vitales que la hacen parecer opaca. El alcohol también causa que los vasos sanguíneos se dilaten, y si bebes con mucha frecuencia puedes desarrollar manchas rojas o dilataciones vasculares superficiales (que se conocen como las arañas vasculares o “venas arañas”) que no se ven atractivas. Por cierto, si tienes rosácea o psoriasis, el alcohol agrava estas dos condiciones.
  3. No te frotes la cara para eliminar el acné. Es cierto, el acné es una condición molesta y no es agradable a la vista. Es un problema muy común y muchas personas en su afán por quitárselo, se frotan la cara con fuerza pensando que de esa forma lo van a eliminar. Pero no es así. Si frotas tu la cara muy fuertemente, lo que haces es causar más irritación. Para el acné, usa los medicamentos indicados para el acné ya sea de venta libre o, si no te funcionan, los recomendados por un dermatólogo.
  4. No abuses de los baños calientes. Si no quieres tener una piel seca y posiblemente hasta desarrollar una dermatitis (una inflamación severa de la piel), evita darte baños o duchas calientes que duren mucho tiempo. El agua cliente remueve los aceites naturales de la piel mucho más rápido que el agua tibia o fría causando resequedad.
  5. No te olvides de hidratar toda tu piel. Hazlo por la mañana, después del baño para que la piel retenga la humedad y se mantenga hidratada. Por la noche también puedes darte un toque de crema hidratante para mantener la piel suave. Esto se aplica tanto para la cara (busca cremas para el día con protector solar y otras para la noche) como para todo el cuerpo. Así lucirás una piel llena de vida.
Finalmente haz ejercicio, consume una dieta saludable (incluye muchas frutas y verduras) y evitar exponerte al sol en exceso ya que también son claves para tener una piel bella.